salsipuedes

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Friday, March 07, 2003


número dos
mientras su codo topaba con el de otros, que apurados, igual que ella pero ahí, no como ella, se apresuraban a diversos e innumerables destinos,
su mirada iba estrellándose con miles y miles de textos que se aparecen por todos lados. tanto y nada en qué pensar. nada que distraiga lo que le abruma desde hace noches.
sus pies, completamente concentrados en apoyar primero el talón, luego el arco, el metatarso, estirar los dedos con el contacto del suelo.
se sienten cansados, pero avanzan de manera natural, saltan sobre uno solo, fluyen, esperan, esquivan, se apresuran, se apresuran.
nada de tanta prisa fuera necesaria si pudiera arreglárselas para peinarse más rápido, salir más fresca de la regadera o desde un principio lograr depegarse del cuerpo delicioso de su hombre que como un árbol se queda recostado mientras ella tiene que salir corriendo a sus horarios matutinos que él regularmente no comparte.
hoy es un día distinto. se despiertan los sexos temprano, después de una noche llena de columpios y payasos. al mismo tiempo. de acuerdo común se meten a la regadera que habría de empañar las ocho ventanas de la casa...todas.
ella se va ahora con calma por el día sin cumplir con nada de lo previsto, con una enorme, desvergonzada, sonrisa en la cara.
sigue caminando.


lalalalalarara


Thursday, March 06, 2003


número uno
ella caminaba,
como llevaba caminando desde hacia ya tanto tiempo
le era imposible guardar en el recuerdo -de su memoria ya tan dispersa por los pasos andados- algún pedazo de vívido momento al cual recurrir,
añoraba sus tempranos días en los que se columpiaba con los pies descalzos.
antes, con la memoria fresca de cualquier niña de nueve años, hacía refunfuñar a todos con sus obsesivos recordatorios de la edad, el santo, el color favorito, la canción, todos esos detalles que ya de grande uno espera que todos recuerden,
yo ya casi no,
el dulce y sutil perfume de flores costeñas
los duraznos, mmmmm,
hermosas siluetas rellenitas de blanquísimas flores pequeñitas con reproches de color,
la espera tan cansada de los frágiles brazos de aquel arbolito delgado pegado a la ventana de sol,
la misma bondadosa ventana que acobijó tantos sueños en color azul
veranos interminables
las aventuras ilimitadas que ofrecía la casita abandonada -donde conocío el abandono, la desidia familiar- después de tantos divorcios y de tantas mujeres fuertes a prueba de tormentas, detrás de la casa , detrás de la casa de la abuela, de la abuela, de tantos borrosos personajes masculinos casi anulados por su inexistente presencia, detrás de la casa, donde todos los proyectos fallidos iban a parar, detrás de su casa, de la casa de su abuela, la casita, la casita casi en ruinas que rodeada de una selva de maleza lo hacía todo ver mucho más entretenido: los breakdowns nerviosos de ana, la separación territorial de la raíz, la adolescencia inminente, todo
su abuela
ana
hermosa mujer de figura delgada
con rubio cabello rizado
misteriosos ojos azulverde de intensa mirada
miles de lágrimas guardadas
la voz más tierna que jamás haya escuchado
la de su abuela
la voz de ana


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